INTRODUCCIÓN

La Pascua no es simplemente una fiesta entre otras: es la Fiesta de las fiestas, Solemnidad de las solemnidades, como la Eucaristía es el Sacramento de los sacramentos. S. Atanasio la llama “el gran domingo”, así como la Semana Santa es llamada en Oriente “la gran semana”. El Misterio de la Resurrección, en el cual Cristo ha aplastado a la muerte, penetra en nuestro viejo tiempo con su poderosa energía, hasta que todo le esté sometido”. (C.I.C. 1169)

Pascua viene del latín páscae, o paso.

Comprende cincuenta días (en griego = "pentecostés"), los cincuenta días que median entre el domingo de la Resurrección hasta el domingo de Pentecostés se han de celebrar con alegría y júbilo, como si se tratara de un solo y único día festivo, como un gran domingo.

Su color litúrgico es el blanco.

¿Por qué es importante el tiempo de Pascua?

Después de la Cuaresma y el Triduo Pascual, estamos listos para celebrar la victoria de nuestro Señor Jesús sobre la muerte, listos para celebrar su Resurrección durante cincuenta días. Asistir a la Misa del domingo de Resurrección, listos para comulgar, debe ser nuestra prioridad.

El Papa León I llamó a la Pascua, la fiesta mayor.  Nuestra familia, como Iglesia Doméstica, debe reflejar el espíritu de la Pascua, ¡el espíritu de la alegría y la victoria de Jesús nuestro Señor!

OBJETIVO

Al finalizar el tema las parejas deberán:

1)    Comprender el sentido gozoso de vivir la Pascua.

2)    Entender el significado de la Octava de Pascua.

3)    Enfocar la manera de vivir la Pascua.

DESARROLLO

a)   De acuerdo a las sesiones los objetivos se alcanzarán, como sigue:

Sesión 1 objetivo 1, 2 y 3

b)   No se hace referencia a citas bíblicas en este tema.

 

ORACION INICIAL

Ofrezcan los cristianos

ofrendas de alabanza

a gloria de la Víctima

propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado

que a las ovejas salva,

a Dios y a los culpables

unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte

en singular batalla

y, muerto el que es la Vida,

triunfante se levanta.

Qué has visto de camino,

¿María, en la mañana?

A mi Señor glorioso,

la tumba abandonada,

los ángeles testigos,

sudarios y mortaja.

¡Resucitó de veras

mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,

allí el Señor aguarda;

allí veréis los suyos

la gloria de la Pascua.

Primicia de los muertos,

sabemos por tu gracia

que estás resucitado;

la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate

de la miseria humana

y da a tus fieles parte

en tu victoria santa.

Amén. Aleluya.

 

Pascua

La Pascua celebra la resurrección de Jesucristo al tercer día después de haber sido crucificado. Es la celebración más importante de la Iglesia cristiana. La Pascua es también conocida como Día de Pascua, Domingo de Pascua, Domingo de Resurrección, Domingo de Gloria o Domingo Santo.

Con la Pascua finaliza la Semana Santa, días en los que se conmemora la crucifixión y muerte de Jesús el Viernes Santo y se celebra su resurrección y aparición ante sus discípulos el Domingo de Pascua.

Con la Pascua inicia un periodo conocido como Tiempo Pascual. Según las Sagradas Escrituras, con la Pascua Dios da a los cristianos la esperanza por la resurrección y por una nueva forma de vida, representada en el regreso de Cristo de entre los muertos.

¿Cómo vivir la Pascua?

Hay muchas formas prácticas de festejar el “Domingo de Pascua”, la más importante de ellas es buscar confesarnos días antes para estar en gracia y recibir así, de la mejor manera a Jesús en su sacramento de amor. También es importante leer el Evangelio del domingo en familia para preparar mejor nuestro corazón para la Santa Misa.

Asegúrate de tener una celebración muy especial con tu familia... si celebramos el Nacimiento de Jesucristo en Navidad, que significa el principio de su visita a nuestras vidas, ¡con mayor razón debemos celebrar su gloriosa Resurrección que nos abre las puertas del cielo!

El tiempo pascual es el más fuerte de todo el año, que se inaugura en la Vigilia Pascual y se celebra durante siete semanas hasta Pentecostés. Es la Pascua (paso) de Cristo, del Señor, que ha pasado de la muerte a la vida, a su existencia definitiva y gloriosa. Es la pascua también de la Iglesia, su Cuerpo, que es introducida en la Vida Nueva de su Señor por medio del Espíritu que Cristo le dio el día del primer Pentecostés. El origen de esta cincuentena se remonta a los orígenes del Año litúrgico.

La liturgia insiste mucho en el carácter unitario de estas siete semanas. Dentro de la Cincuentena se celebra la Ascensión del Señor. La unidad de la Cincuentena queda también subrayada por la presencia del Cirio Pascual encendido en todas las celebraciones, hasta el domingo de Pentecostés. Los varios domingos no se llaman, como antes, por ejemplo, "domingo III después de Pascua", sino "domingo III de Pascua". Las celebraciones litúrgicas de esa Cincuentena expresan y nos ayudan a vivir el misterio pascual comunicado a los discípulos del Señor Jesús.

Las lecturas de la Palabra de Dios de los ocho domingos de este Tiempo en la Santa Misa están organizadas con esa intención. La primera lectura es siempre de los Hechos de los Apóstoles, la historia de la primitiva Iglesia, que, en medio de sus debilidades, vivió y difundió la Pascua del Señor Jesús. La segunda lectura cambia según los tres ciclos: la primera carta de San Pedro, la primera carta de San Juan y el libro del Apocalipsis.

Octava de pascua

La Octava de Pascua permite que la Resurrección se prolongue más allá del día de Pascua. Está formada por los ocho días que siguen al Domingo de Pascua, hasta el domingo siguiente.

Se trata de la primera semana de la Cincuentena; se considera como si fuera un solo día, es decir, el júbilo del Domingo de Pascua se prolonga ocho días seguidos.

Las lecturas evangélicas se centran en los relatos de las apariciones del Resucitado, la experiencia que los apóstoles tuvieron de Cristo Resucitado y que nos transmiten fielmente.

Se llama «octava», porque es un conjunto de ocho días, contando siempre a la manera romana, es decir, tomando el inicio y el fin.

Así que, resumiendo: la octava de cualquier día es ese día y los siete que le siguen. A veces se utiliza la expresión "infraoctava", que es el nombre que recibía en la estructura antigua del calendario litúrgico, porque propiamente hablando "octavo" es el último día de la serie, así que todo lo anterior es "infra-octavo".

VIVIR LA PASCUA

El tiempo de la pascua es el tiempo litúrgico en el cual celebramos el paso de Jesucristo de la muerte a la vida, pero no podemos vivir esta etapa “mirando hacia fuera”, debemos hacerlo “mirando hacia dentro”, hacia nuestra propia vida, para que en cada Pascua nos encaminemos hacia la Pascua definitiva.

Debemos ir renunciando a aquellas cosas que nos sumergen en la muerte para aceptar aquellas que dan pleno sentido a nuestra vida.

Aquí algunas corrientes de Pascua para ir creciendo y haciendo más viva nuestra vida.

Pasar de la mentira a la verdad

La mentira vicia habitualmente muchos de nuestros actos, estamos acostumbrándonos a vivir en medio de ella y cada vez nos resulta más común. En estos días de pascua estamos invitados a hacer nuestra “pascua” hacia la verdad, y esto no es otra cosa que volver nuestros ojos hacia “La Verdad” que es el mismo Jesús.

Hagamos el esfuerzo a partir de ahora de evitar al menos las pequeñas mentiras cotidianas, y comenzaremos así a vivir y gustar nuestra propia Pascua.

Pasar del egoísmo a la solidaridad

La sociedad actual nos invita constantemente a olvidarnos de los demás y centrarnos solo en nosotros mismos. Jesús nos alienta y anima a hacer la pascua de la entrega de todo nuestro ser. En este tiempo pascual hagamos el firme propósito de pensar un poco más en los demás, dejemos de pensar que sólo nuestros problemas son los importantes y centremos nuestra mirada en los demás; si salimos de nosotros mismos veremos cómo es el mismo Dios quien se ocupa de nuestras cosas.

Pasar de la prisa a la paciencia

Este es el tiempo propicio para detener un poco la marcha y regalarle un fragmento de nuestro tiempo al Señor; pero ¿Cómo regalamos este tiempo?... ocupándonos de los demás.

Nuestros días transcurren con tanta prisa que muchas veces pasamos al lado de nuestros hermanos sin darnos cuenta de que están allí. Debemos hacer una pascua de esta relación con los demás, hagamos que a partir de ahora nada ni nadie pase por nuestro lado sin que nos demos cuenta. Demos a cada persona su lugar y su tiempo. Esto es hacer una pascua de la prisa a la paciencia.

REFLEXIONES PARA LA PASCUA

El acontecimiento de la Pascua es el motivo, no sólo en la fe, sino en la vida completa, para vivir alegres y contentos. Para encontrarle sabor agradable a la existencia, se debe vivir la Pascua como fuente de la alegría, y la alegría es fruto de una fe y una vida interior firme.

Las Normas Universales del Año Litúrgico afirman: “los cincuenta días que median entre el Domingo de la Resurrección hasta el domingo de Pentecostés se han de celebrar con alegría y júbilo, como si se tratara de un solo y único día festivo, como un gran domingo: 

1.Ser caridad para los demás

Haber celebrado el Triduo Pascual y haberse preparado durante los 40 días de la Cuaresma, debe de llevar a vivir una Pascua plena, viviendo a profundidad nuestro Bautismo y viviendo las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad, pero sobre todo la caridad, que es la que siempre permanecerá. Un signo para vivir nuestra alegría pascual es la caridad, hacerla parte de nuestra vida cristiana, no solamente haciendo actos de caridad, sino que nuestra vida misma sea una caridad para los demás.

2. Vivir a plenitud las celebraciones litúrgicas

Cuando vivimos a plenitud nuestras celebraciones litúrgicas dejamos que Dios penetre en lo profundo del corazón. Cuando “yo” entro al templo y vivo la celebración litúrgica, y me despide el sacerdote con la bendición, al salir no soy el mismo, voy transformado, voy cristificado, Cristo “va” en mí.

Esto me lleva a tener una vida espiritual más madura, más concreta. Es un encuentro con el Señor que se da en lo profundo del corazón y un encuentro con el Señor que se da en medio de la comunidad. La Pascua, que es la Fiesta de las fiestas y prolonga esta alegría por cincuenta días, la vivimos desde la contemplación de Cristo crucificado que ha dejado vacío el sepulcro y que nos invita a vivir como resucitados. Al participar de las celebraciones sagradas de la Iglesia queremos unirnos al crucificado que ha resucitado y al vivir como resucitados cada día, vivimos plenamente nuestra vocación cristiana.

3.Tiempo para estar con Dios

Que haya tiempo en nuestra vida para meditar, para reflexionar, para estar en silencio. Rezar, orar, darnos momentos de oración para entrar en la comunicación con Dios porque nos reconocemos necesitados de Dios, porque la oración nos abre a la grandeza del amor, de la misericordia y del poder de Dios.

4. Aceptación de nosotros mismos y de los demás

La apertura a Dios nos lleva a aceptarnos como hijos de Dios. La Pascua nos abre a la aceptación de la necesidad que tenemos de los demás, eso da satisfacción plena a la vida. Hay que conocer el significado de la Pascua con el conocimiento vivencial. Convivir con los demás en apertura, en disponibilidad, en aceptación,

5. Ser agradecidos

Para vivir la Pascua primero hay que agradecer a Dios el amor tan grande que nos ha tenido al haber entregado a su propio Hijo. De ahí surge la alegría, de una victoria ganada después de un gran combate, el cual nosotros lo hicimos vivo durante la Cuaresma. Al llegar a la victoria, la alegría se festeja. Festejemos Pascua agradecidos con la victoria de Cristo que nos comparte, y es el sabor de haber combatido al lado de Él, derrotando a quien Él derrotó.

6. Compartir la alegría

Un modo más de vivir la Pascua es compartir con los demás esa alegría. El mandato de Jesús es un mandato misionero: vayan y anuncien a toda la gente lo que ustedes mismos han vivido. Así como a través de 20 siglos tanta gente ha consagrado su vida al compartir la experiencia que tuvo de la victoria de Cristo, hoy nosotros también. La alegría de la Pascua se vive desde los primeros siglos de la Iglesia. Los santos padres hablaban que la Pascua era como 50 domingos seguidos, 50 días de fiesta, porque la fiesta que se celebra lo amerita. Seamos verdaderamente felices por la victoria que Cristo nos comparte.

7. Contemplar a Jesucristo

Encontramos la presencia de Jesús resucitado en el Santísimo Sacramento, acérquense al Señor, déjenlo obrar las maravillas que Él quiere hacer en cada corazón y a través de su presencia, Jesús resucitado hará maravillas en tu vida, la llenará de gozo, de júbilo, de la alegría de su presencia en tu corazón y en tu alma.

Eso es lo central, contemplar a Jesucristo, porque la Pascua es en primer lugar de Él. Y es la Pascua de Jesucristo a la cual, nosotros como Iglesia, nos incorporamos. La Pascua de la Iglesia debe ser la Pascua de Jesús.

¿y cómo podemos contemplar a Jesucristo?. A través de la oración, de la visita al Santísimo, del sacramento de la Reconciliación, si uno se ha alejado.

8. Escuchar a Dios/ Leer los evangelios

La Pascua es momento para disfrutar la presencia de Aquel que hace que el corazón arda mientras lo escuchamos, especialmente en los momentos de dolor, cuando vamos por el camino con el corazón apesadumbrado.

Utilizar los evangelios de la Pascua, sobre todo los de la Octava y, en torno a nuestro pequeño Cirio Pascual, descubrir el rostro de Cristo que se acerca a nosotros. Oración en torno a la Palabra.

9. Servir en familia

Ir a los centros de ayuda, asilos de ancianos, casas de atención a niños problematizados, etcétera, y llevar un regalo, chocolates o algo que les diga “gracias”. Si lo hacemos en familia, nuestros hijos descubrirán lo hermoso del servicio y a los servidores un pequeño signo de gratitud.

10. Pedirle a Dios que nos dé su Espíritu.

Porque es el Espíritu Santo el que nos hace entrar en la Pascua, no nuestra voluntad, sino el Espíritu.

La Pascua es para llenarnos del Espíritu de Jesús, del Espíritu Santo, de invocarlo, decirle, “Dános Dios Padre tu Espíritu”, ese espíritu que nos lleve como seguidores de Jesucristo a seguirlo hasta el final. Debemos aprender a saber estar donde el Señor nos pide que estemos.

Tener el Espíritu de Dios también se logra a través de mirar a los Santos que nos enseñan que tuvieron espíritu de Dios.  También se encuentra al Espíritu Santo, no sólo en los sacramentos, sino también en la lectura de la Palabra y pedirle a Dios que lo sepamos ver, pues su presencia nos va dar esa alegría.

11.Tener una vida nueva.

La Pascua es vida nueva. Se trata de renovar todas las cosas: las relaciones, los encuentros, la manera de ver y de vivir las situaciones que se nos presentan, con un espíritu y una esperanza fortalecidos por la resurrección del Señor. Llevando la vida nueva a las relaciones cotidianas, con la familia, los amigos, los compañeros de trabajo, con aquellos que nos encontramos frecuentemente, pero también abrirlo a los desconocidos a crear nuevas relaciones, nuevas formas de encuentro, de cercanía y solidaridad, sobre todo con los demás que lo necesiten.

12.Escuchar a Jesús y responderle

Debemos escuchar con atención la pregunta que Jesús le hizo a Pedro Simón, Hijo de Juan: ¿Me amas más que a éstos?  ‘Sí Señor, tú sabes que te quiero. Y a su vez Jesús le dijo: apacienta mis corderos. Pero tres veces hizo la misma pregunta. Entonces escucha tú también esa pregunta y haz vida la respuesta de Jesús ‘cuida mis ovejas, mis corderos’, cuida a todos tus hermanos, los fáciles y los difíciles, y hazlo por amor a Dios y en nombre mío.

13. Acompañar a los que les falta fe

Debemos hacer el acompañamiento de los discípulos de Emaús, es decir, acompañar a los desilusionados porque Jesús había muerto y no creían en su resurrección. Nosotros conocemos a muchas personas así. Tomemos el lugar de Jesús y vayamos tras de ellos y ayudémosle a descubrir a luz de la fe, la experiencia del Resucitado, ayudémosles a descubrir, sobre todo en la Eucaristía, el amor de Jesús resucitado. Y que movidos por el Espíritu Santo sean capaces de amar a los demás y seguir descubriéndolo en la fracción del Pan.

17.Sonreír

Debo demostrar verdaderamente en mi vida que Cristo ha resucitado en mi persona, en mi familia, en mi trabajo. ¡Sonrían! porque un cristiano debe de estar feliz, lleno de gozo al vivir este tiempo de Pascua. Saluda a las personas con que te cruces te sorprenderás de las respuestas que tendrás.

¡Felices Pascuas de Resurrección! ¡Cristo ha resucitado en mi vida y contigo!

 

ORACIÓN FINAL

Es verdad que las luces del alba

del día de hoy

son más puras, radiantes y bellas,

por gracia de Dios.

Es verdad que yo siento en mi vida,

muy dentro de mí,

que la gracia de Dios es mi gracia,

que no merecí.

Es verdad que la gracia del Padre,

en Cristo Jesús,

es la gloria del hombre y del mundo

bañados en luz.

Es verdad que la Pascua de Cristo

es pascua por mí,

que su muerte y victoria me dieron

eterno vivir.

Viviré en alabanzas al Padre,

que al Hijo nos dio,

y que el santo Paráclito inflame

nuestra alma en amor. 

Amén.